Las mujeres saudíes han dicho ¡basta! y para ello se han mostrado cercanas y actuales, sentándose al volante de los automóviles y conduciendo por las calles del país.
Lo que en principio parece una cuestión frívola y superficial, cambia radicalmente de sentido si tenemos en cuenta que el sexo femenino tiene prohibido conducir en Arabia Saudí.
Como casi toda rebelión que se precie hoy en día, la manifestación obedecía a una llamada realizada a través de las redes sociales en Internet. Aprovechando la ola de cambios que recorre los países árabes, las mujeres saudíes reclamaban su derecho a ponerse delante de un volante.
Aunque no existe una prohibición tácita que les impida conducir, las féminas de este país no pueden obtener el carnet de conducir por motivos religiosos. Y es que Arabia Saudí ocupa, según publicaba el propio Foro Económico Mundial en 2009, el puesto 130 (de 134 en total) en cuanto a discriminación sexual.
A pesar de ello Arabia Saudí sigue siendo el “socio árabe” de occidente, cuyos estados -incluida la Unión Europea– mira para otro lado y evita hacer cualquier tipo de crítica a las duras condiciones impuestas a las mujeres por los miembros de la cerradísima monarquía de los Saud.
Sin embargo, esta semana casi un centenar de señoras desafió el despliegue de policía religiosa que las autoridades habían impuesto para evitar que las mujeres se sentaran al volante.
Sólo fueron 70 las valientes que decidieron, en algunas ocasiones acompañadas por parientes masculinos que las apoyan, gritar al mundo que ellas también existen; sobre todo en un país que les exige el permiso de un familiar varón para poder trabajar, salir o incluso someterse a una intervención quirúrgica.
Sólo fueron 70. Nada más y nada menos.