Amy Winehouse, la voz más inmensa del siglo XXI, ha enmudecido para siempre. Lo ha hecho en su casa de Camdem, en Londres, donde la cantante fue atendida por los servicios de emergencia, que nada pudieron hacer por salvar una vida que venía coqueteando con la muerte desde hacía algún tiempo.
La legítima heredera de grandes mujeres como Billie Holiday y Nina Simone ha finalizado su carrera a la manera de los grandes y entrando a formar parte de un macabro club de genios que por siempre tendrán 27 años. Una estúpida decisión, como lo fue para Jimi Hendrix, Jim Morrison, Janis Joplin, Brian Jones o Kurt Kobain.
Durante las últimas horas he tenido que leer muchas veces lo “exclusivo” de ese club y lo mítico que resulta morir tras una vida creativa, furiosa, intensa, exitosa y sobre todo… corta. Un sentimiento “artístico” y admirable se desprende de quienes suelen escribir esas reseñas. A mí, sin embargo, me parece simplemente estúpido.
Una mujer genial se nos ha ido, se nos ha escapado de los escenarios en volutas de humo de crack y a lomos de caballos desbocados. Alcohol y drogas, a litros y a kilos, para soportar o evadirse o ambas cosas a la vez. Eso sí que parecer presentar coincidencias en todos los “geniales” miembros del “Club de los 27”.
Habría que hacer un examen de conciencia y preguntarnos por qué permitimos que esas personas -genios, sí, pero antes que nada personas- sean sometidas a ritmos y presiones desmedidos, a bofetadas de éxito sin piedad, a “movidas” millonarias de monstruosas multinacionales, a una industria que se caracteriza por fabricar juguetes rotos, exprimidos hasta la extenuación.
Sí, Amy era uno de ellos y ahora forma parte, como otros “ellos”, de ese estúpido club. En mi caso, preferiría seguir atesorando su voz a través de sus discos, pero la colección se me ha quedado muy corta, apenas dos CD’s.
[…] han participado en el diseño de la escultura además de facilitar información sobre la Fundación Amy Winehouse, formada a raíz de la muerte de la artista con el objetivo de prevenir en los jóvenes los efectos […]