A Karl Lagerfeld no le pasaron desapercibidos sus finos encantos. A principios de los 80, Ines de la Fressange se convirtió en la primera modelo en firmar un contrato de exclusividad con una casa de alta costura: Chanel. Hasta 1990 fue la imagen de la maison, año en el que el Kaiser decidió prescindir de sus servicios por, según se rumorea, haber aceptado ser la Marianne (busto que simboliza la República Francesa) de la década. El diseñador lo consideraba un símbolo aburrido y provinciano, lo contrario de lo que Ines representaba para él.
Prontos de genios aparte, es evidente que ella no tiene nada que ver con estos adjetivos, ya que 20 años después sigue siendo una de esas mujeres que parecen caerse de la cama, ponerse un vaquero y una camiseta, darse un poco de colorete, atusarse el pelo con los dedos y estar absolutamente perfecta. Y sin retoques.
Con tanto estilo saliéndole por los poros, era su deber compartir un poco. A finales del año pasado presentó su libro, Le Parisienne (Flammarion), donde imparte una lección de charme con la seguridad de quien le ha quitado el primer puesto en popularidad y chic a la mismísima Carla Bruni en las encuestas francesas.
Ines de la Fressange, en colaboración con la periodista Sophie Gachet, repasa en 240 páginas, llenas de dibujos y fotografías de su propia cosecha, moda, belleza, decoración, alimentación, tiendas… a la altura de una primera dama (y más allá).
El objetivo es definir lo que debe ser una auténtica parisina, estandarte internacional del glamour. Un adelanto: ‘Ella nunca cae en la trampa de las tendencias. Las deja reposar y las recupera cuando le apetece. Sigue algunas reglas, pero también las transgrede’.