El cáncer de cuello uterino resulta ser el segundo que registra el mayor índice de mortalidad entre la población femenina mundial y el que se da con mayor frecuencia entre las mujeres de países en vías de desarrollo.
Cada año medio millón de nuevos casos acosa a la comunidad femenina internacional y la mayor parte de ellos son diagnosticados sobre los 48 años de edad, si bien casi el 50% de las mujeres que padecen cáncer de cérvix han sido diagnosticadas antes de los 35 años.
En España, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer, son detectados unos 2100 casos anuales, lo que supone un 3,3% de los tumores femeninos, “por detrás de los tumores de mama, colorrectales, estómago, cuerpo de útero, ovario y hematológicos”.
En los últimos años se han realizado importantes descubrimientos enfocados a la prevención y control de esta enfermedad. Quizá uno de los más significativos ha sido establecer la relación de este tipo de tumor con el HPV o Papilomavirus Humanus, muy vinculado a la transmisión por vía sexual.
No obstante, este hallazgo ha permitido el desarrollo de las vacunas contra el virus del papiloma humano, en concreto un ataque a dos tipos -16 y 18- causantes casi del 70% de los carcinomas de cuello de útero.
Sin embargo resulta vital que la vacuna sea inoculada antes del primer contacto sexual. Por ello es altamente recomendable en la adolescencia temprana, si bien puede ser inoculada a cualquier edad si no se han mantenido relaciones sexuales.
Las vacunas deben ser inyectadas, por vía intramuscular, en tres dosis: la segunda un mes después de la primera y la última cinco meses después de la segunda.
No obstante y puesto que aún no existe un tratamiento con una eficacia del 100% se sigue aconsejando la realización de pruebas periódicas prevención, entre ellas la citología, que resulta ser la má común y resulta recomendable realizarla de forma anual.