La cirugía estética hace años que, con la ayuda de programas y revistas, está labrando un mensaje en la mente de las mujeres de todo el mundo. La letanía parece ser clara y contundente: “Para estar guapas sólo necesitamos un bisturí”.
De este modo, mujeres cada vez más jóvenes -incluso en la más incipiente adolescencia- reclaman su operación de cirugía plástica como si se tratara de un vestido nuevo, un modelo de bikini o el último perfume de moda.
Y no son pocos los padres que están dispuestos a cumplir el deseo de sus “princesas”, concediéndoles -incluso como regalo de mayoría de edad- la operación de mamas.
Sin embargo, el cuidado del pecho no es más que un apartado de la atención que debemos prestar a nuestra salud en general. Con un poco de ejercicio y una vida adecuada, nuestro cuerpo puede resultar muy agradecido.
Una serie de pequeños hábitos, incorporados a nuestra cotidianidad, pueden retrasar el momento en que nuestros senos “necesiten” una intervención quirúrgica:
– Hidrata tus pechos tras la ducha, para evitar falta de elasticidad y aparición de estrías.
– Evita el sol en las mamas. Puedes ser muy moderna, pero hablamos de mantener el pecho sano y el sol es un enemigo ancestral de tus senos.
– El sujetador es una pieza “amiga” en nuestro vestuario. Elige el adecuado y tendrás un soporte que evite que el pecho se descuelgue.
– Aprovecha el buen tiempo y nada. La natación resulta ser el mejor ejercicio para tonificar los senos y mantenerlos turgentes.
– Tras la ducha, prueba a tonificar un poco la zona con agua fría. Ayuda.
– Mantén una postura correcta, con la columna erguida. La espalda encorvada potencia el decaimiento del pecho.