Curiosamente, los bebés deciden desde los primeros días de vida si el chupete les gusta o no. Hay niños que lo chupan con placer desde que nacen y otros en cambio, por más que los padres se lo ofrezcan para calmarle o dormir, no lo quieren de ninguna manera.
Hay niños que no quieren el chupete, ni de látex ni de silicona, ni rosa ni azul. No les gusta. Sin embargo, para satisfacer su instinto de succión encuentran en el dedo pulgar su mejor aliado: siempre cerca, suave, blandito y a buena temperatura.
En Estocolomo existe una tierna tradición cuando se trata de dejar atrás el hábito del chupete en el niño. En un parque llamado Skansen situado en la Isla de Djurgárden, encontramos árboles cargados de cientos y miles de chupetes procedentes de los niños que, al ir haciéndose mayores, van diciendo adiós a su querido amigo de la infancia.
Todo comenzó hace más de 30 años cuando una persona encargada de la limpieza del parque, se encontró un chupete perdido y decidió colgarlo en una ramita por si sus dueños volvían a buscarlo. A partir de ahí se creó esta bonita bonita tradición.
Si este parque os queda un poco lejos, una buena opción es sustituir el chupete por un muñeco de apoyo para dormir. Poco a poco el niño irá asociando que la calma que le proporcionaba el chupete, ahora se la brinda su querido muñequito. La edad máxima recomendada para decirle adiós al chupete es 2 años, tanto por la aceptación del niño, como por evitar posibles anomalías en la dentición.