La depresión diagnosticada por un médico suele ser tratada con medicación que puede tardar de 4 a 6 semanas en hacer efecto, no deben esperarse resultados rápidos.
Las primeras semanas se pueden notar síntomas desagradables, consecuencia de la medicación, al igual que ocurre con otros tratamientos. Generalmente son leves y de corta duración; en 7-10 días suelen desaparecer. Si los efectos adversos son intensos y el paciente no es capaz de soportarlos, no se puede abandonar el tratamientos. Lo que hay que hacer es ponerse en contacto con el médico para buscar una solución.
El tratamiento es prolongado, al menos 6 meses después de que empiece a encontrarse mejor. Si no es la primera vez que el paciente sufre un episodio depresivo, su duración puede ser incluso superior.
Los antidepresivos actuales son bien tolerados y no “enganchan”, no crean dependencia. De todos modos, no es conveniente suspender de forma brusca el tratamiento.
Nunca abandone el tratamiento por su cuenta, aunque se encuentre mejor. Esta decisión corresponde al médico: él dirá como y cuando hacerlo.
Si el paciente se encuentra bien y está pensando en dejar la medicación, antes de hacerlo, hay que consultarlo con el médico.
No debe conformarse con estar mejor. El objetivo del tratamiento es volver a estar como antes de sufrir la depresión.
Es aconsejable practicar algún deporte o ejercicio suave, y participar en actividades recreativas. Hay que evitar totalmente el consumo de alcohol, marihuana y otro tipo de drogas psicoactivas.
Es recomendable pasar tiempo con familiares y amigos: hay que dejar que los demás ayuden a superar la enfermedad.
Las decisiones importantes es mejor posponerlas hasta que se mejore de la enfermedad. No hay que asumir una cantidad excesiva de responsabilidades. Hay que fijarse metas realistas y, sobre todo, metas a corto plazo.