Hay que idear un plan de batalla. Sobre el porqué del método Chua sobran las dudas: en California, si el 14% de los alumnos de secundaria son educados por una madre de origen asiático, en la universidad éstos representan más del 40% de los estudiantes. Sobre el cómo la idea se refuerza: nada de televisión ni juegos de ordenador, salidas, elección libre de pasatiempos….
Me digo a mí misma que, para ir practicando, empezaré con el niño que me va a dar menos trabajo: Félix, que se prepara para la universidad.
Voy a su habitación, me siento en su cama y le miro fijamente a los ojos, como recomienda la profesora (un domador de felinos mantiene el contacto visual). ‘¿Puedo ver tus notas?’ Se sorprende, sin duda porque es la primera vez desde hace años que le pido una cosa similar (cada vez que recibo sus calificaciones del instituto me da miedo de que alguien se dé cuenta de que se equivocaron en el hospital y vengan a quitármelo…).
Me explica que está contento porque ha sacado un notable en Filosofía. Me pongo una mano en la boca, aterrorizada: ‘¿Cómo? Todo lo que esté por debajo del sobresaliente es una mala nota, ¡renacuajo!’ (no pasa nada si te excedes verbalmente, motiva).
‘Como castigo, te quedas sin ordenador, ¡niñato de mierda!’. Al irme, estoy contenta porque sé que el libro va a serme de gran ayuda: me encanta el ordenador de Félix.
Relfexión 1. Los primeros efectos beneficiosos del método tigresa se perciben en la madre. Esto tranquiliza; eso es verdad.