La ficción nos sirve como referente: Mary-Louise Parker es Nancy Botwin en Weeds, una viuda que vende marihuana para dar un futuro a sus hijos. ¿Buena o mala? Marcia Cross da vida a la neuróticamente perfecta Bree Van de Kamp en Mujeres Desesperadas. ¿Buena o mala? Mo’Nique es Mary en Precious, Emma Thompson es Karen en Love Actually, Piper Laurie es Margaret White en Carrie y Marge Simpson es Marge Simpson.
¿Buenas o malas? Puedes ser un traficante de drogas, pero darle a tus niños lo necesario para que crezcan felizmente y sean proyectos de seres humanos normales. O puedes ser una abnegada e incorrupta ama de casa, dedicada en cuerpo y alma a tus tres retoños y que éstos te acaben odiando a ti y al mundo que compartís.
La culpa persigue a la mujer de tal modo que no todas son capaces de reconocer sus errores pedagógicos y alguna se ve obligada a presentar un carné de mamá perfecta en las reuniones. ¿Miente o es que ha nacido con superpoderes? Nunca tiene problemas para llegar a recoger a los niños (o no lo dice), es una profesional entregada, pero no falta a cenar ni un día (o cenan muy tarde todos), no pierde de vista al pequeño cuando sale de compras (o tiene cámaras multienfoque) y la relación con su marido va viento en popa sin que los llantos, las rabietas, los caprichos o las jugarretas le afecten (o tiene nervios de acero).
Haberlas, haylas, aunque en muchas es pose. A veces la inseguridad va ligada a la omnipotencia. Pasamos de un extremo a otro fácilmente, de no puedo con nada a puedo con todo por temor a que se nos inhabilite como sujetos válidos. Tenemos que dejar de asumir esa figura y evidenciar con naturalidad de lo que somos capaces.
No hay ninguna mujer que tenga todas las habilidades, todas las competencias. La madurez no es negar las limitaciones, sino asumirlas. Nadie es perfecto.
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