El binge drinking o atracón, una nueva moda que llega de Inglaterra y que conlleva beber cinco o más copas en menos de dos horas, está multiplicando los ingresos en urgencias de niñas de 14 años con un coma etílico.
Pero no sólo afecta a las adolescentes, también a las working girls. Se acabó la etapa del ama de casa deprimida escondiendo la botella en la despena detrás de las lentejas. Hoy las mujeres se emborrachan en público y entre amigos. El alcohol marca el ritmo de su vida social: en el aperitivo les hace sentirse más relajadas y en la pista de baile más animadas.
Los especialistas coinciden en que este fenómeno se da porque estas jóvenes cada vez sufren más presiones. Deben ser perfectas: madres, esposas, jefas… La multiplicación de sus roles las hace más vulnerables. Se enfrentan también al temor de no conseguir rellenar todas las casillas que les marca la sociedad, entre ellas tener hijos.
Para el doctor Dan Velea, psiquiatra especialista en adicciones, las treintañeras son víctimas de una interpretación errónea de la igualdad: ‘Mis pacientes piensan que tienen que actuar como los hombres, ignorando sus propias limitaciones. Aunque sólo sea por una cuestión de corpulencia, ellas no pueden ingerir la misma cantidad de alcohol que los hombres. Pero tienen los mismos problemas que ellos -trabajo, amor, familia…- y adoptan sus costumbres, como beber en los almuerzos de negocios y volver a beber para celebrar la firma de un contrato. Rápidamente, pasan a consumir una botella de vodka cada fin de semana convencidas de que es una manera de reafirmarse’.
Y es que las chicas representan un mercado nuevo y atractivo para las marcas de bebidas alcohólicas. Todo está pensado para seducirlas: botellas de champán diseñadas por conocidos creadores, cócteles embotellados y con sabores exóticos, etiquetas sofisticadas para dar glamour a un vino blanco…
Imagen: papblog