Te contamos que puede hacer de la leche tu peor enemigo, seguro que te suena. La Lactosa.
La lactosa es un hidrato de carbono, es el azúcar de la leche. Para digerirla, necesitamos lactasa, una enzima presente en el intestino delgado, que divide la lactosa en dos azúcares más sencillos absorbibles por el organismo. Si carecemos de lactasa no podemos separar, de la forma adecuada, los componentes de la lactosa, por lo que su absorción y digestión se dificulta y produce lo que se conoce como intolerancia a la lactosa.
Vigila tus molestias digestivas: nauseas, flato, o dolor abdominal suelen ser el aviso directo.
Esto no quiere decir que debamos dejar de beber leche, si no que debemos tener en cuenta las leches sin lactosa. Las ventajas que obtenemos de este tipo de leches son tres:
- Energía para afrontar la jornada gracias a su aportación en proteínas. Toda la familia puede tomar leche sin lactosa.
- Saciedad para controlar la ansiedad. Tomando leche sin lactosa dejarás de sentir hambre y estarás bien alimentada. Además, puedes elegir entre leche sin lactosa Desnatada o Semidesnatada.
- Hidratación non-stop. Disfrutarás de un sabor 100 % auténtico y mejorará el aspecto de tu piel. ¿Qué más se le puede pedir a este gran aliado?
La alimentación tiene que avanzar a nuestro ritmo de vida y cumplir las más altas demandas de calidad y de innovación que nosotras exigimos. Las leches sin lactosa son fáciles de encontrar en cualquier mercado y, por suerte, hace años que dejaron de estar producidas por una única marca. Es decir, disponemos de una amplia variedad de opciones para satisfacer nuestras necesidades.
Imagen: nutricion.pro