Un vestido no es un simple trozo de tela con más o menos forma que sirve para cubrir el cuerpo. Un vestido puede ir más allá de las normas establecidas, romper clichés, embellecer y lanzar a la fama a una modelo o convertirse en el oscuro objeto de deseo que nos provoque más de una noche de insomnio.
No es de extrañar que muchos de estos magníficos se hayan transformado en piezas de culto que copan las programaciones de los museos, galerías de arte y casas de subasta. Un homenaje a una de las prendas más versátiles de la indumentaria femenina, que ha sabido transformarse y convertirse a su vez en elemento transformador.
Resulta curioso que fuera un hombre el que se encargara de liberar las formas con una de las creaciones más fantásticas del mundo de la moda. Mariano Fortuny y Madrazo, padre del knossos y alma creado del que se convirtiera en el vestido favorito de mujeres como Peggy Guggenheim, Isadora Duncan o la mismísima Sarah Bernhardt.
El vestido Delphos se transformará en el símbolo de las mujeres adelantadas a su época, que envueltas en metros de seda plisada y con brillos de cristal de murano (tallados en exclusiva para cada modelo ya que no hay dos iguales) se convertirán en el máximo exponente de la revolución femenina.
Tanto es así que la top Natalia Vodianova no dudó en sumergirse en uno de ellos para la Gala MET de 2008. De líneas elegantes, sencillas pero sofisticadas el delphos pasó de tendencia a pieza de coleccionista.
Y esto no es la primera vez que ocurre. Otro gran ejemplo lo tenemos en la revalorización del diseño de Diane von Furstenberg. El Wrap Dress o vestido cruzado, apareció por primera vez en 1973 y se convirtió en el uniforme de trabajo de las mujeres independientes que salían a trabajar fuera del hogar.
Fresco, cambiante y con multitud de posibilidades los precios alcanzados por los modelos vintage compiten a día de hoy con los de sus colecciones más recientes.
Imagen: alaintruong
Historia de un vestido II – Historia de un vestido III
Fuente: mujerinnovadora