El principio básico a la hora de iluminar el dormitorio es sencillo, potencial la luz al máximo. Para lograrlo es esencial que la tonalidad de las paredes sea clara y que juguemos con los espejos, ya sean del armario, del tocador o individuales, pues ayudan a reflejar la luz y aumentar la sensación se amplitud.
Para evitar reflejos molestos y regular la intensidad de la luz natural debemos usar cortinas y persianas, ya sean convencionales o de tipo veneciano.
Luz general y ambiental
A la hora de alumbrar una habitación infantil o una zona de juegos, la luz general de las lámparas de techo o apliques es la más adecuada. Hay que tener en cuenta el tamaño de la habitación para determinar el tamaño que debe tener la lámpara.
Una lámpara para cada zona
Se hace indispensable un flexo si dispones en la habitación de un escritorio. Gracias a la flexibilidad del brazo de este dispositivo, orientaremos la luz donde nos convenga evitando reflejos en la pantalla del ordenador.
En el armario o vestidor, por otro lado, son perfectos los focos halógenos pues proporcionan luz intensa que alumbrarán los rincones más difíciles.
En lo que respecta al tipo de bombilla, se mantiene la prioridad de que sean de bajo consumo y que garanticen una larga vida útil.
Imagen: blogspot
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