Si hasta ahora no habías conseguido dejar malos hábitos como el tabaco y el alcohol, ya ha llegado el momento de hacerlo, porque pueden ser realmente perjudiciales para tu hijo. Son muchos los motivos: desde que se vea afectado el crecimiento del bebé hasta un mayor riesgo de partos prematuros o complicaciones en el parto, pasando por mayores probabilidades de que tu pequeño sufra malformaciones congénitas como el labio leporino.
Además, debes limitar el consumo de cafeína, ya que puede provocar nerviosismo e irritabilidad en ti, lo que también puede afectar al bebé.
También es recomendable reducir el consumo de bebidas gaseosas y de sal, que puede provocar hipertensión y aumento de peso. Y, por último, es esencial tener mucho cuidado con los medicamentos. Durante el primer trimestre de embarazo, no hay que consumir fármacos a no ser que el médico nos los recete. Nunca debes automedicarte.
En la vida saludable que requiere un embarazo no puede faltar ejercicio físico moderado. Consulta con tu ginecólogo para que te aconseje la actividad física más adecuada para ti en cada trimestre y hasta cuando puedes practicarla. Generalmente, deberás optar por ejercicios moderados como caminar, la natación o el ciclismo, y descartar los más violentos, los que impliquen movimientos bruscos, o los que puedan causar mucha fatiga.
Los beneficios son muchos, destacando una mejora de la presión arterial y de la diabetes gestacional y una reducción de cesáreas.
Desde el momento en que deseas tener un bebé debes visitar al ginecólogo, profesional que te ayudará a planificar tu gestación. A esta primera consulta se le llama consulta preconcepcional y la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia recomienda realizarla en el año previo al comienzo del embarazo.
Si puedes planificar con tiempo la concepción, mejor que mejor, pero, sino, en cuanto tengas la sospecha de que estás embarazada debes acudir al obstetra.
Una vez que se confirme el embarazo deberás volver a acudir al ginecólogo antes de la semana 12 de gestación. A partir de ahí, las revisiones o consultas prenatales comenzarán a ser mensuales.
Él, contando con tu historia clínica, se encargará del buen control de tu gestación desde el primer momento. En estas visitas se detectarán precozmente patologías propias del embarazo como la diabetes gestacional o la preeclamsia, pudiendo así solucinarlas a tiempo.
Y no te olvides de las ecografías, ya que, gracias a ellas, se controlará que el bebé está creciendo bien. En definitiva, es fundamental no faltar a ninguna de estas consultas prenatales en las que se te realizarán las exploraciones físicas y las pruebas necesarias (análisis generales de orina y de sangre, determinación del grupo sanguíneo, citologías cervicales, etc.), y durante las que podrás trasladarle al profesional médico todas las dudas que te vayan surgiendo.
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