Ayer se cerró una de las pujas ‘legales’ más raras que he tenido ocasión de conocer… al menos de momento. Me estoy refiriendo a la venta de la virginidad de una estudiante de educación física brasileña de 20 años a través de la web VirginsWated por valor de 780.000 dólares (algo más de 600.000 euros al cambio).
Del ganador se sabe que es un hombre japonés conocido bajo el alias de Natsu. Tras poco más de 24 horas una vez iniciada la subasta, la oferta de este hombre puso fin a la curiosa jornada en la que la virginidad de Catarina Miglorini no hacía más que ascender a un ritmo vertiginoso.
Y la cosa no es que VirginsWanted sea una agencia dedicada a la captación de vírgenes para que vendan su primera experiencia sexual, sino que forma parte del rodaje de un documental que lleva dos años preparándose y que narra precisamente el tema de la venta de virginidades. La puja de esta brasileña no es más que un reclamo publicitario para la promoción del documental que pondrá de manifiesto una nueva y estrafalaria forma de prostitución.
Sin embargo, para la protagonista de esta historia, la puja no es sinónimo de prostitución. De hecho, argumenta que “si solo haces una vez en la vida, no eres una prostituta. Es como si haces una foto estupenda, eso no te convierte automáticamente en un fotógrafo“. Sea como sea, su encuentro con Natsu estará sometido a las reglas establecidas por la página web de subastas.
Según estos estatutos, el ganador no podrá estar intoxicado el rato que pase con la virgen; la duración del sexo será pactada entre la virgen y el ganador de la subasta, pero en ningún caso será inferior a la hora; está prohibido involucrar a nadie más en la consumación, así como el uso de juguetes u objetos (incluyendo móviles y cualquier otro dispositivo que permita grabar el acto) así como esperar que la virgen satisfaga alguna fantasía o fetiche.
Tras ser entrevistada al vender su virginidad, Catarina ha explicado que empleará gran parte del dinero obtenido a construir casas para los pobres de su región, Santa Catarina. Para ella todo el proceso no es más que un negocio, y se considera una chica romántica que cree en el amor. Sin embargo, sus palabras han dejado perplejo a Justin Sisley, el director australiano del documental ya que, según sus palabras, “en todos mis tratos con ella, dejó bien claro que era una oportunidad para hacer dinero para sí misma“. “Ahora, con la enorme recepción que ha tenido esta historia en Brasil, está atrapada. Si no le da nada de dinero a la caridad, va a quedar muy mal“.
Imagen: virginswanted