La candidiasis vulvovaginal es la segunda causa más común de infección vaginal que se manifiesta de manera más frecuente. Está causada por un crecimiento excesivo en el interior de la vagina de hongos microscópicos del género Cándida, entre ellos la Cándida Álbicans, que se encuentra normalmente en el tracto intestinal, en la vagina y en la piel. Por tanto, se puede considerar más que una infección por un germen exógeno, una alteración de la flora habitual genital.
Estos hongos sólo se convierten en un problema cuando crecen tan rápidamente que logran prevalecer frente a otros microorganismos propios del área genital.
Durante el embarazo, se generan unas situaciones favorables que los facilitan. Entre éstas destaca el aumento de los niveles de estrógenos y progesterona, hormonas que se incrementan durante la gestación y que favorecen el crecimiento de las cándidas, tanto por incrementar la cantidad de glucosa en las células y servir de excelente alimento para los hongos, como por aumentar la capacidad de adhesión de éstos a las paredes vaginales.
Pero podéis estar tranquilas, ya que la candidiasis vaginal no afectará ni dañará al bebé en el curso del embarazo. No obstante, ante una infección durante el momento del parto, existe la posibilidad de que tu hijo la contraiga en su paso por el canal del parto, pudiendo provocarle lesiones especialmente en las zonas húmedas del cuerpo como las axilas, ingles y en la zona del pañal. Estas lesiones se caracterizan por una erupción tipo eccematosa, de bordes bien definidos, y en ocasiones se asocia a una infección bucal que se manifiesta como una secreción algodonosa en la lengua o en las encías (candidiasis bucal o muget).
Imagen: globedia
Hacer frente a las infecciones vaginales II – Hacer frente a las infecciones vaginales III