Para que funcione bien un parto, la madre necesita lo siguiente:
1. Libertad de movimiento y estar en posición vertical. La monitorización fetal continua disminuye de manera importante la movilidad de la madre y provoca una falta de confort, aumentando la necesidad de aplicar la anestesia epidural. A menudo, el trazado del latido fetal y las contracciones sólo se marcan correctamente cuando la mujer está tumbada en la cama boca arriba. Pero en esa posición es como más duelen y peor se llevan las contracciones de parto, y es como peor avanza. Además, se compromete el intercambio de oxígeno madre-hijo.
La embarazada a término siente mareos, náuseas y sensación de falta de aire cuando está así.
La posición de la litotomía (tumbada y con las piernas abiertas colocadas en estribos) dificulta el nacimiento del bebé, pero aún se sigue usando en los casos en los que se considera el parto como un acto quirúrgico. Por ejemplo, en una operación de la zona genital nos colocarían en esta postura para facilitar el acceso a la zona.
En el lenguaje no verbal, esta postura indica sumisión, vulnerabilidad absoluta, estar tan expuesta que te pueden hacer cualquier cosa, pasividad… la madre sólo ve el techo; ella no participa, le sacan al niño. Además, la posición de la litotomía reduce el diámetro del canal óseo del parto. Cuando la cabeza del bebé está a punto de salir, el coxis o rabadilla tiene la propiedad de poder desplazarse hacia atrás aumentando en uno o dos centímetros más de diámetro. Pero si la madre está tumbada, esto no es posible: el canal del parto es más estrecho y el parto, más difícil.
Por lo tanto, es importante que sea la madre la que decida qué posición le va mejor para empujar.
2. Tiempo. Cada madre necesita el suyo. Hay partos rápidos y otros son más lentos, pero éstos pueden ser también buenos partos. La única dificultad estriba en la capacidad del equipo que lo atiende para tener la paciencia suficiente de esperar a que todo llegue en su momento.
Imagen: askamum
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