Porque la opción de dejar de cocinar empleando cebolla queda completamente descartada, que conste. Es uno de los mejores ingredientes que prácticamente podemos encontrar en todo plato que se precie… por no mencionar los sofritos. Qué sería un sofrito sin su cebollita, ¿eh?
Bueno, vayamos al asunto. Los trucos en cuestión son los siguientes:
- Mientras estemos cortando la cebolla debemos mojar el cuchillo con agua fría o vinagre.
- Si la cebolla está muy muy fría, prácticamente congelada, el efecto que nos provoca el lagrimeo quedará reducido al máximo.
- Aunque parezca una tontería, las gafas de bucear no son tan mala opción (100% eficaces). Además, siempre podemos sacarnos una foto ante semejante facha y subirla a nuestros perfiles de las redes sociales para llamar la atención.
- Manipular la cebolla bajo el chorro de agua fría del grifo, aunque nos haga gastar más agua de lo que debemos, ayuda. Esta opción sólo os la recomiendo para casos muy extremos ya que el líquido elemento no es algo con lo que ‘jugar’.
- Otra opción consiste en cortar la cebolla en trozos grandes, remojarlos en agua hirviendo un par de minutos y después emplearnos a fondo cortándolos.
- Meternos un trozo de pan en la boca –sin masticarlo- mientras picamos cebolla. Ni lo he probado ni conozco a nadie que lo haga, pero los rumores son los rumores y yo os lo pongo por si las moscas.
- Sustituir el pan por chicle, que en este caso sí podremos masticar, mientras manipulamos la cebolla.
- Embadurnarnos las manos con zumo de limón.
Con cualquiera de estas opciones seguramente podáis decir adiós a las lágrimas y escozor de ojos mientras picáis cebolla. Y vosotras, ¿sabéis alguna otra opción?
Imagen: todosloscomo