Hace ya dos años, Lily Allen asistió a una fiesta de Chanel en la tienda de la firma en la rue Cambon de París. En un momento en que se separó de su grupo, vagó hasta la planta superior y se encontró por sorpresa con Karl Lagerfeld y parte de su equipo de diseño trabajando en una habitación.
Una semana después, el kaiser la llamó para que protagonizase su campaña de O/I 2009 y nacería así una gran amistad con trasfondo fashion. Hoy, los frutos de esa relación están presentes en el armario de la cantante en su apartamento del centro de Londres: Lagerfeld le ha regalado más bolsos de los que ella podrá ponerse nunca.
Pero no sólo de bolsos se alimenta su espectacular closet. La mayor parte de su ropa -el vestido que llevó la primera vez que actuó en el festival de Glastonbury o los conjuntos que luce en sus conciertos y vídeos- está guardada en su nueva tienda de alquiler de prendas vintage, Lucy in Disguise, que refleja fielmente la variedad y el espíritu ecléctico de su armario.
Lily concibió el proyecto junto a su hermana Sarah cuando, después de un tiempo dejando su ropa a familiares y amigos para las ocasiones especiales, decidió que sería una gran idea extender el servicio al público.
La adolescenia de la artista fue clave para forjar su estilo. Lily ha crecido rebuscando en mercadillos de segunda mano piezas únicas, pero al igual que el éxito le ha facilitado el acceso a los regalos de diseño que cualquier chica puede desear, también le ha privado de la ventaja que le daba el anonimato para comprar.
A pesar de que su armario está lleno, a Lily no le cuesta recordar cuándo se puso todo lo que guarda en él. No es sorprendente si tienes en cuenta que las historias son a menudo tan extraordinarias como las prendas en sí. ¿La capa de Louis Vuitton? Un must que tomó prestado del vestuario de un vídeo musical. ¿El vestido vintage de los años 60 de Biba? Su elección para la entrega de los Ivor Novello del año pasado, en los que ganó tres premios…
A medida que se ha ido desarrollando su carrera es evidente que su estilo también lo ha hecho. Balenciaga, Givenchy y Marni tienen un lugar destacado entre sus prendas fetiche. Algunos modelos nuevos nos presentan a esa Lily elegante y madura que ha emergido en los últimos años: el mono de Yves Saint Laurent que planea vestir todo el invierno, la clásica chaqueta de tweed de Chanel… La chica del vestido de verano rojo y con las joyas doradas ha crecido.
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