Las encuestas reflejan también que a las mujeres les avergüenza hablar de su solvencia o la falta de ésta. La mayoría confiesa que casi nunca conversa con sus amigas acerca de la salud de sus finanzas, salvo por pequeños comentarios generalizados e inevitablemene femeninos, como quejarse de no tener saldo en la cuenta corriente. Más de una reconoce haber manipulado a su pareja subliminalmente para hacerse con unos zapatos, únicamente por no tener que decir las palabras mágicas: “¿Me los compras?”. Es raro encontrar una relación en la que los números estén claros y los dos implicados sean totalmente honestos sobre sus gastos. Un rápido muestreo a nuestro alrededor y se destapan un sinfín de historias que certifican cómo el dinero y el amor no siempre conviven en armonía.
Por otro lado, el interés excesivo por el vil metal es un tema vetado socialmente. Si un desconocido te pregunta lo que ganas, por ejemplo, piensas que es maleducado. Y las mujeres son especialmente tendentes a reservarse su situación. Algunos expertos sugieren que uno de los motivos por los que ganamos un 27% menos que ellos se debe a que somos más reacias a pedir un aumento de sueldo y preguntar cuánto ingresan los demás.
Pero es en las relaciones donde esto se enfatiza, quizá porque todas fingimos que el amor y el dinero no tienen que mezclarse. Pensamos que con tal de pagar la mitad del ocio y los taxis, vale. Craso error. En poco tiempo surgen los imprevistos: unas vacaciones caras, irse a vivir juntos, comprar muebles, casarse o, incluso, la mayor inversión económica, un bebé. Embarcarse en cualquiera de estas cosas sin una planificación económica sólida es una locura. ¿Por qué no podemos ser francas sobre el tema con la persona que se supone que debemos ser más abiertas?
El dinero también puede representar el control en un relación y algunas mujeres entregan este poder porque así refuerzan el sentimiento de que las cuidan. Claro que la combinación más letal se da cuando entra en juego el romanticismo. No puedes demostrar que necesitas sentirte financieramente valorada y segura si, al mismo tiempo, finges que tu amor va más allá de la nómina y que todo lo que te importa en tu hombre es que sepa recitar sonetos de Shakespeare y toque la guitarra. Esto está bien durante cinco meses, pero, seamos realistas, ¿durante cinco años?
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