Pedirlo u otorgarlo se interpreta como debilidad…
Las personas que consideran que pedir perdón es propio de los débiles suelen tener sentimientos de superioridad, aunque, en realidad, ellos mismos se sienten inseguros y temen perder poder. Es fácil que se muestren como seres orgullosos que siempre tienen la razón, pero su orgullo suele ser irreal e inseguro. Se caracterizan por tener dificultad para resolver conflictos con otras personas y consigo mismas, lo que les lleva vivir permanentemente estresados, con una mochila llena de temas no resueltos.
Qué es más difícil, ¿perdonar a los demás o a uno mismo?
En general cuesta más perdonarse a una misma que a los demás. Hay personas que se castigan hasta límites increíbles: son gente con la autoestima baja, que no se siente merecedora de cariño ni de respeto. Estas personas se sienten culpables de estar, sentir o necesitar: son víctimas de sí mismas, piden perdón continuamente y no han aprendido a moderar su culpa. Por el contrario, hay otras que viven llenas de resentimiento y no son capaces de perdonar, culpabilizan con facilidad a los demás y se sienten víctimas de la vida.
¿Qué recomendar a los que les cuesta perdonar?
Deberían reflexionar con la mayor objetividad posible (si es necesario, pedir la opinión de una persona de confianza) e identificar si el daño producido era o no intencionado. Igualmente, es muy importante intentar ponerse en el lugar de la otra persona, ser empático, porque la empatía ayuda a ver el punto de vista ajeno y a comprender lo sucedido. Hay que analizar siempre lo ocurrido desde todos los ángulos posibles.
Imagen: abcamor
Fuente: ‘El sentimiento de culpa’ de Laura Rojas-Marcos