Se ha puesto de moda y de un tiempo acá los anuncios y las ofertas para recibir tratamientos de ictioterapia aparecen por todas partes. Sin embargo y aunque aporta notables beneficios, ha llegado la hora de conocer algunos datos que nos permita elegir bien y no exponernos a lesiones.
La Ictioterapia o Fish Spa es una técnica oriental en la que una multitud de pequeños pececillos se alimentan de las impurezas de tu piel. En especial, la terapia ha alcanzado su mayor éxito en el apartado de embellecimiento y cuidado de los pies.
Sin embargo, la costumbre asiática no nació con estos fines. Fueron los turcos los primeros en usar la técnica para ayudar a los enfermos de psoriasis, en especial a quienes padecían un determinado grado de la enfermedad en los pies que, además, resulta muy doloroso.
El tratamiento constituyó tal éxito que el método se extendió rápidamente, sobre todo por China y Corea que lo incorporaron a sus técnicas de medicina tradicional, con importantes beneficios para pacientes con enfermedades de la piel.
Posteriormente la ictioterapia llegó a Europa y en lugares como Holanda o Croacia llegaron a instalarse lugares como los Doctor Fish Café, en los que poder beber algo mientras introduces tus pies en la pecera, o a tener tratamientos cubiertos por los seguros médicos.
En España el Fish Spa es relativamente novedoso, aunque su éxito de público está más que demostrado. Sin embargo deberíamos advertir que no todos los lugares en los que se practica lo hacen de manera segura para nuestra salud.
Primero hemos de saber que sólo existe una variedad de peces idónea para la práctica de la ictioterapia. Se trata del pez Garra Rufa, una variedad de unos 12 centímetros que vive en ríos y lagos de agua dulce de países como Irán, Irak, Siria y Turquía. Los Garra Rufa necesitan aguas muy cálidas y soportan temperaturas cercanas a los 40 grados.
El tratamiento sólo se realiza con los ejemplares más jóvenes, que miden entre 3 y 6 centímetros y que no tienen dientes. Su boca produce una enzima que les “obliga” a alimentarse de pieles muertas. Al carecer de dientes, en realidad lo que hacen sobre nuestros pies es succionar y, por lo tanto, no pueden morder ni producir heridas.
Su precio es muy elevado y el coste de su mantenimiento también, puesto que deben conservarse en agua dulce especialmente tratada y a unos 33 grados de temperatura. Para el tratamiento de los pies son necesarios unos 200 ejemplares, mientras que para el cuerpo entero se necesitan alrededor del millar.
Sin embargo, algunos centros ofrecen tratamientos muy baratos y con peces que en realidad no son Garra Rufa. Los peces “imitadores” fueron introducidos por los chinos y se les conoce con el sobrenombre de “Chin-Chin”. Estos sí tienen dientes, muerden y pueden producir lesiones, a veces con gravísimas consecuencias.
Los centros que trabajan con auténticos Garra Rufa poseen certificación de sus peces.