Tal cual están las cosas, el ahorro se ha convertido en algo fundamental en nuestras vidas. Y debemos mantenerlo en todos los aspectos de nuestro día a día. Ahora bien, hay veces que, creyendo que ahorramos, cometemos una serie de errores que provocan justamente lo contrario. Por ejemplo:
Dejar encendidos los fluorescentes consume menos que encenderlos y apagarlos. Es cierto que en el encendido se produce un sobreconsumo de energía, pero no llega ni a una fracción de segundo, por lo que nunca compensará el dejar la luz encendida. Eso sí, no debemos olvidar que encenderlos y apagarlos de forma continuada puede acortar la vida del fluorescente, a no ser que sea de tipo LED. Sea como sea, lo más recomendable es el uso de bombillas de bajo consumo.
Los aparatos en modo espera o stanby no consumen. No es cierto, consumen menos, pero al fin y al cabo consumen… hasta un 15% de la energía que consumiría si el aparato estuviera encendido.
El lavavajillas consume más que si fregamos a mano. Siempre que se trate de un lavavajillas eficiente ahorraremos hasta un 40% más de agua y un 10% de energía. Tendremos que tener en cuenta el ponerlo en marcha una vez esté lleno o usar el programa de media carga para conseguir el ahorro energético.
Si cocinamos con gas, poner la llama de los fogones al máximo calentará antes. Falso, tan solo lograremos que las llamas sobresalgan de la base del recipiente y lo quemen. La llama debe ajustarse al culo del recipiente que utilicemos. De esta forma estaremos ahorrando. Para que la comida se haga antes debemos hacer uso de las tapas de las ollas y las sartenes (independientemente del tipo de cocina: gas, vitro o inducción).
Los grifos monomando ayudan a ahorrar. Esto es cierto siempre que los utilicemos correctamente. Es decir, si no necesitamos agua caliente la posición ha de estar en frío, pues en caso contrario, provocaremos el encendido de la caldera aunque no salga agua caliente, lo que conlleva generar picos de energía sin sentido.
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