Cuando un niño no muestra respeto por alguien, sea quien sea, es porque está obteniendo algún tipo de beneficio que, en última instancia y resumiendo mucho, puede reducirse en la experimentación de algún tipo de placer o satisfacción. Por ejemplo, la satisfacción de dominio, cuando un niño se burla de otro que se muestra débil. O el placer de tomarse unos caramelos, tras desafiar a sus padres para que se los compren, cuando éstos, en un principio, se lo habían negado.
Existe una asociación, consciente o inconsciente, entre la falta de respeto y la presencia de incentivos para ello; y esta asociación hay que romperla. El niño debe interiorizar que faltarle el respeto a alguien tendrá consecuencias negativas o, como mínimo, una ausencia de resultados positivos. Aceptar este hecho no es fácil para muchos padres, pues les lleva a pensar que sus hijos, para conseguir ‘su bien’, son ‘malos’ por naturaleza. Algo que es erróneo. Cuando hablamos de no ‘tener respeto’, nos referimos a un comportamiento aprendido, que puede desaprenderse y ser sustituido por otro.
Para conseguir tu objetivo, te puede ayudar hablar con tu hijo siguiendo estas pautas:
1. Transmítele el respeto como valor. Explícale al niño qué es el respeto y por qué hay que actuar en función de él. Es bueno señalar las ventajas que aporta respetar a aquellas personas y cosas dignas de alabanza y cuidado, así como resaltar que dicha actitud es la base para exigir el mismo trato a cambio. También contribuye a transmitirlo detectar aquellas creencias (para seguidamente cambiarlas) que van en su contra, o que conciben el respeto como algo necesario. Esto el niño lo expresa, por ejemplo, mediante frases del tipo “hay que reírse del más torpe de la clase porque todos lo hacen” o “nadie puede decirme lo que debo hacer”.
2. Elige el momento oportuno para hablar del respeto. Cualquier momento no es adecuado. Hay que tratar de inculcar elrespeto en el momento en que esté tranquilo. Debes evitar aquellas situaciones en las que es difícil que preste atención, como por ejemplo los momentos de juego, los de agitación, o los estados que provoca el ejercicio físico.
3. Habla y escucha adecuadamente a tu hijo. Esto es esencial para tratar con otras personas, y el niño debe poder verlo y comprobarlo. Es decir, los padres tendréis que tratar de comportaos de una forma incompatible con lo que es la irrespetuosidad. Un ejemplo es no mezclar temas de una conversación interrumpiendo o pedir las cosas de una a una y diciendo “por favor”. También mirar a la persona y usar un tono adecuado cuando se habla, hacer preguntas si algo no se ha comprendido bien, demostrando interés por entenderlo, guardar la distancia adecuada, hablar en primera persona “yo siento o yo percibo que…” cuando se enuncia una queja, etcétera.
Imagen: purposeful-parenting
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