Pese a que la gran mayoría de gente (el 95%) es consciente de que el humo del tabaco puede perjudicar la salud de los no fumadores, todavía existen muchas reticencias en torno a la figura del llamado fumador pasivo.
Se puede definir como el fumador involuntario que respira en el ambiente donde se consume tabaco. Y aunque, para el fumador, esta figura del inhalador involuntario le parezca siempre exagerada, debe saber que los perjuicios se pueden medir.
Uno de los metabolitos de la nicotina es la llamada cotinina. Y la cotinina se puede determinar perfectamente en la sangre, en la orina e, incluso, en la saliva. Un fumador tiene una determinada cantidad de cotinina como derivado de la nicotina que inhala. Y tendrá más cuanto más fume y, por tanto, más nicotina tenga. Un no fumador, en buena lógica, debe carecer de cotinina. Sin embargo, si el no fumador está en un ambiente de fumadores aparece la cotinina como evidencia absolutamente fiable de que ha ingerido nicotina.
Un consumidor de 20 cigarrillos tiene un valor de cotinina determinado, al que se le puede dar un índice. Si ponemos en relación ese índice con el que presenta un “espectador” del humo, podremos calcular la equivalencia de su aspiración involuntaria. De este modo, se puede afirmar que en España hay más de cinco millones de fumadores pasivos que se tragan cada día, sin querer, el equivalente, por lo menos, a seis cigarrillos. O lo que hizo público la Organización Mundial de la Salud: entre el 20 y el 30 por ciento de los cánceres de pulmón entre no fumadores se deben al humo del tabaco ambiental.
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