La pérdida de un hijo antes de que nazca, durante el parto o poco tiempo después de su nacimiento es una experiencia que, sin duda, ningún padre o madre piensa que pueda suceder.
Cuando hablamos de muerte neonatal y perinatal nos referimos a la proporción de defunciones entre el total de bebés, desde la semana 28 de gestación (ya sean nacidos vivos o muertos) hasta los primeros siete días de vida. Aunque esto varía en función del país.
En España, por ejemplo, no existe un registro de los bebés que fallecen antes de nacer o que lo hacen dentro de las primeras 24 horas después de su nacimiento. Sin embargo, y lamentablemente, estas situaciones ocurren y sus padres y familiares se enfrentan a la pérdida sin tener suficiente información y ayuda.
Si hay algo en lo que coinciden los padres que han pasado por una situación como la descrita anteriormente es en la soledad que sintieron al perder a su bebé. De hecho, si la pérdida sucede durante el periodo de gestación habrá quien, incluso, minimice su muerte como si el mayor o menor dolor que ésta produce dependiera del tamaño o la edad del hijo.
Y es que, la muerte neonatal y perinatal se considera, en no pocas ocasiones, un tem tabú que parece que la sociedad no sabe o no está lo suficientemente capacitada para afrontarlo.
Sucede así, por ejemplo, en el caso del entorno más próximo, esto es, la familia y los amigos de la pareja. Ellos, habitualmente, intentarán restar importancia a la pérdida del bebé cuando, según los expertos, lo más apropiado es asumir la muerte del niño y realizar el duelo, tal y como lo haríamos cuando fallece cualquier otro ser querido.
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La soledad de perder a un bebé II – La soledad de perder a un bebé III