Carmen López Domínguez es una ciudadana de 91 años de edad, quien permanece ingresada desde hace ocho años en una residencia de Leganés. La anciana está ciega, sorda, padece demencia senil y está ulcerada. Se encuentra postrada en una cama, pesa alrededor de 30 kilos y es alimentada a través de una sonda nasogástrica.
Su sobrina y tutora legal ha solicitado que le sea retirada la sonda y se le aplique sedación para evitar que sufra. Sin embargo, Carmen López prosigue su particular calvario debido a la negativa del centro a atender las peticiones de la tutora y a la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, cuyos responsables han argumentado que es potestad del médico retirar la sonda. Mientras, la pelota pasa al otro tejado y la residencia señala que la mujer “no sufre”.
Dolores Martón, tutora de la anciana, ha iniciado un camino que se enrevesa por vericuetos burocráticos y dejaciones de responsabilidades. Así ha terminado como al principio y con la anciana en un estado de deterioro, que hace poco creíble la ausencia de sufrimiento a la que alude la residencia de Leganés y la falta de motivos para aliviar a la mujer.
Además, el asilo ha añadido que la sonda nasogástrica no ha perjudicado el estado de la paciente y que esta no dejó escrito un testamento vital, cuestión que choca frontalmente con la Ley de Autonomía del Paciente, en la que se indica que ante la incapacitación del enfermo será su representante legal quien otorgue los consentimientos. Carmen López Domínguez se encuentra en situación de incapacidad desde hace cinco años y a su sobrina se concedió la tutoría de la anciana.
La Consejería de Asuntos Sociales se ha limitado a afirmar que “si Dolores no está conforme puede pedir plaza en otro centro”.