La historia puede dar un gran vuelco tras la Revolución de los Jazmines que llevaron a cabo los ciudadanos tunecinos en diciembre del pasado año. El país ahora trata de volver a la normalidad poniendo en práctica la tan deseada democracia.
Una nueva vuelta de tuerca nos ha sorprendido gratamente a todos, ya que se inicia con ello una acción sin precedentes en el mundo musulmán: paridad en las listas electorales.
Túnez se acerca a sus primeras elecciones democráticas y lo hace con la exigencia de que las listas electorales sean de las llamadas “cremallera”, es decir que alternen a hombres y mujeres. Esta medida se encuadra dentro del deseo de “discriminación positiva” que garantice la igualdad de acceso a la mujer en el campo de las Instituciones.
Así las tunecinas no sólo han logrado su presencia en las elecciones como votantes y como candidatas, si no que también gozarán de la seguridad que proporciona la paridad para que ambos sexos ocupen puestos en la Asamblea Constituyente.
La medida fue adoptada casi por unanimidad por la Alta Instancia para la Realización de los Objetivos de la Revolución, el órgano de 155 miembros de todos los sectores políticos de Túnez, desde los islamistas a los comunistas. Por ello, la “exigencia” llega cargada aún de mayor legitimidad y merece el aplauso de la comunidad internacional para que los hombres y mujeres de los estados islámicos inicien procesos de renovación en los que la mujer ocupe el lugar que merece en las sociedades modernas y respetuosas.
La Asamblea Constituyente, encargada de redactar la Constitución de Túnez, contará con un elevadísimo número de mujeres; hecho que, sin embargo, no ocurra en el Parlamento ya que se espera que la mayoría de partidos coloquen a un hombre como cabeza de lista.
Aún así la noticia no desmerece en absoluto.
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