Para nadie pasan despercibidas las propiedades de las hojas de té y los beneficios que su infusión depara a nuestros organismos. También los deseos de vivir cada vez de manera más saludable hacen que millones de personas cambien sus hábitos alimenticios y consideren más sano infusiones teáceas que la ingesta de otro tipo de bebidas.
Para bien o para mal el té está más de moda que nunca y, por supuesto, ha conseguido ocupar un puesto estrella entre aquellos individuos que intentan beneficiarse de sus propiedades adelgazantes. No obstante la consulta que más se realiza en torno a esta infusión, siempre que nos referimos a sus cualidades para mantener el peso, es si resulta mejor el consumo de té verde o té rojo.
Aprendamos, pues, un poco más acerca de estas dos variedades y con ello conseguiremos saciar algunas dudas y sacar nuestras propias conclusiones.
Empecemos por el Té Rojo o Pu-erh, que no debemos confundir con el té rojo africano (rooibos) y cuyas propiedades son completamente distintas al que ahora mismo nos interesa. Nuestro protagonista de hoy recibe su nombre de la región china de Pu’er.
Hablamos de un té muy especial, cuya elaboración dista muchísimo del resto de variedades. De hecho, su color cobrizo lo toma de su proceso de fermentación, que puede llegar a durar de 2 a 60 años y es ese proceso de envejecimiento el que confiere a la infusión su sabor arenoso. Igualmente, el tiempo que se dedica a esa maduración contribuye a que este té tenga un contenido bajísimo en cafeína.
El té rojo ha experimentado un mayor apogeo debido a sus supuestas propiedades para eliminar la grasa, lo que le ha valido el nombre de “devorador de grasa” y su consumo se ha extendido por todo el mundo occidental.