En esta época nos ponemos las pilas para conseguir mantenernos en forma y evitar esos kilos indeseados que tanto nos preocupan, aunque también he de decir que por favor evitéis las dietas excesivas y la obsesiva persecución de una figura imposible, que nos guían despiadadamente hacia la enfermedad.
Un hábito más que saludable para nuestros propósitos puede ser el gimnasio y nos ayudará a mantener el peso a raya, a sentirnos más vigorosas y saludables y a someter a nuestro cuerpo a una disciplina que nos traerá muchos beneficios.
No obstante, el gimnasio y también las piscinas -en general, cualquier establecimiento con duchas y lugares por el que transitan muchas personas- pueden ser fuentes de enfermedades y contagios y eso no cuadra muy bien con nuestra idea de vida sana.
Así que no estaría mal, sin necesidad de convertirnos en obsesas enajenadas, que tomásemos algunas precauciones que nos eviten riesgos innecesarios. He de decir que todas las sugerencias vienen dadas por el sentido común:
– Evitar compartir toallas. Esa sería una de las fuentes principales para propagar contagios e intercambiar gérmenes. Lleva tu propia toalla y evita compartirla con otras personas, aunque sean de tu familia. Por cierto que ahora existe una modalidad de toalla fabricada con material antibacteriano, que puedes encontrar en cualquier tienda de deportes.
– El lavado de manos antes y después del ejercicio reduce, por sí solo, el riesgo de contaminación. Además se aconseja que durante el ejercicio no toquemos nuestra nariz, boca u ojos con las manos sin lavar.
– No camines descalza. Usa chanclas adecuadas para la ducha y conseguirás evitar hongos y el temido pie de atleta.
– Lleva al gimnasio tu propio material. Un ejemplo es el de las colchonetas, un objeto capaz de almacenar buena ración de gérmenes. En caso de que uses el del gimnasio, no sería mala precaución higienizarlo con toallitas húmedas.