La maternidad es una de las experiencias más maravillosas que puede vivir una mujer. Pero, para que sea así, exige un requisito indispensable: que sea deseada. ¿Significa esto que si no estás completamente segura de ser madre no disfrutarás de tan importante experiencia? En absoluto. De hecho, es frecuente que una mujer sienta que no está cien por cien segura de querer tener un hijo, pero eso no implica que no sea capaz de desempeñar el papel de madre. Si estás leyendo esto, probablemente estás más preparada de lo que te crees.
Para tomar una decisión adecuada es esencial que valores sus ventajas e inconvenientes y ajustes las expectativas, no pensando sólo en los beneficios o perjuicios que puede aportarte tu resolución. La experiencia de ser madre puede suponer un gran impacto biopsicosocial para ti. A nivel físico y psicológico experimentarás cambios que pueden variar en intensidad.
Pero es importante que entiendas que los cambios sólo son cambios. Es decir, un cambio no es algo negativo si tú no lo tomas como tal. Es más, los cambios suelen ser positivos, ya que las cosas estancadas no suelen acabar bien.
Podemos resumir el impacto de la maternidad en 3 consecuencias:
1. Consecuencias físicas: durante la gestación se producen importantes cambios fisiológicos en la mujer, cuyas secuelas pueden mantenerse posteriormente o, como ocurre en la mayoría de los casos, desaparecer progresivamente después de que la mujer ha dado a luz.
Unos buenos hábitos alimenticios y la práctica de actividad física regular pueden hacer que tu fisionomía vuelva a ser la de antes o incluso mejor. Entre los posibles cambios de esta índole podemos encontrar los hormonales o las modificaciones en la fisionomía de la mujer.
Imagen: elembarazo
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