Con la menstruación perdemos un promedio de 15 a 20 miligramos de hierro. Si éste no se recupera podemos desarrollar anemia ferropénica que ocasiona síntomas como palidez, fatiga y dolores de cabeza.
El hierro, mineral indispensable para la vida, forma la hemoglobina de los glóbulos rojos, encargada de transportar el oxígeno que respiramos a través de la sangre hasta todas las células del organismo. Además, previene la anemia, transporta las proteínas, nos defiende de los radicales libres y lo necesitamos para la metabolización de las vitaminas del grupo B.
Este mineral es tan importante que el organismo humano ha desarrollado estrategias de “almacenamiento”. Los puntos de reserva del ser humano son la médula ósea, el hígado y el bazo.
Una deficiencia en hierro conlleva bajo rendimiento, anemia, dificultad para realizar esfuerzos, partos prematuros, inapetencia, uñas y pelo frágiles y quebradizos, dificultad de concentración, debilidad muscular y afecta al desarrollo mental de bebés y niños.
Lo que nos puede acarrear deficiencia de hierro es una elevada ingesta de té, café y bebidas alcohólicas, dietas bajas en proteínas, el abuso de las grasas, harinas y azúcares refinados y las hemorragias o diarreas crónicas.
El aporte aconsejable de hierro está entre 7 y 16 miligramos diarios en condiciones normales. Sin embargo, en pleno período de fertilidad de la mujer en que la menstruación mensual puede hacerte perder parte del hierro del organismo, se ha de aumentar a 20 miligramos diarios. También necesitan un extra de 25 miligramos diarios las mujeres embarazadas y lactantes.
Obtenemos el hierro de la alimentación. Los alimentos más ricos en hierro son de origen animal (hígado de cerdo, los riñones de vaca, la harina de maíz, las almejas crudas, las carnes rojas, las yemas de huevo, las ostras). También son ricos en hierro los frutos secos, las legumbres, las cerezas, las peras, el perejil, los espárragos, las melazas, los cereales, las patatas, la col o las espinacas.
Imagen: vitonica
Fuente: nestle