Que nos pongan una multa es una de las ‘sorpresas’ que más daño puede hacer a nuestro bolsillo, por inesperada y porque en la mayoría de los casos pensaremos que es injusta.
Una multa puede llegarnos por varias vías: en mano, por correo, internet… pero venga por donde venga, siempre hay que pagarla o recurrirla y nunca dejarla ‘olvidada’. El riesgo de no tramitarla es muy grande, porque nos pueden llegar a embargar la cuenta y la nómina.
Si nos la entrega el agente en la mano, podemos firmarla o no, independientemente de que estemos o no conforme. Este hecho no influye para el recurso si es que lo vamos a poner. Y si en el momento que pusieron la multa a nuestro coche no éramos nosotros quienes conducíamos, tenemos la obligación legal de comunicar quién lo hacía porque si no, tendremos que pagarla con recargo.
Antes de decidir, tenemos que tener en cuenta que si abonamos la sanción antes de 20 días, tendremos un descuento del 50%. Una medida que ha puesto en marcha la Administración para captar dinero rápido y evitar tanto recurso. Si optamos por recurrirla podemos hacerlo de dos formas: personalmente o mediante una de las muchas empresas que tramitan las sanciones. Hacerlo nosotros mismos no es tan difícil como parece, pero echar mano de una empresa de gestión de multas nos puede dar más garantías sobre todo porque su experiencia es un punto a favor.
En internet podemos encontrar muchas compañías de gestión de recursos de multas, a las que se puede acudir personalmente, hacer la gestión por teléfono o a través de la red. El abanico es grande: las hay que obligan a hacerse socio pagando una cantidad al año, pero también podemos optar por alguna de las que sólo te cobran por cada sanción que recurran. Los precios varían mucho según el servicio contratado. Las más baratas rondan los 30 euros al año.
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