La ¿’Princesa del Pueblo’? ha aprovechado el puente para reaparecer en Benidorm una de las zonas de España donde la Esteban se encuentra más a gusto y a donde ha viajado desde siempre, según parece. Iba con su familia, su hija, amigos y bastantes kilitos de más, algo que de todos modos le venía como anillo al dedo, sobre todo tras los derroteros que la ex de Jesulín y de Fran Álvarez había tomado en pos de las adicciones y las toxicomanías.
Al deteriorado aspecto físico que ya presentaba se sumaba también un mal humor de aupa, que ella se empeñaba en achacar a los efectos de las sustancias que había consumido. Lo cierto es que, una vez empezado su tratamiento de rehabilitación, Belén Esteban regresó a Telecinco, a su programa, como tanto gustaba recalcar y en pocos días volvió a liarla parda, con malos rollos y malos gestos, como el de salir por patas en mitad de un Sálvame Deluxe y si te vi… no me acuerdo.
Esta muchacha parece empeñada en seguir estrujando la gallinita en esto de la tele, a donde se le ha encumbrado en calidad de no se sabe muy bien qué y por méritos de no se sabe qué tipo. Lo cierto es que, sin saber hacer nada que valga la pena, sin cultura, sin estudios, con malos modos y muchas veces con bastante mala educación, esta mujer se ha creído lo de princesa del pueblo y la máquina de las audiencias no perdona.
Belén Esteban es punto y aparte, lamentablemente (o no) para ella. Tal vez sus más allegados, quienes le quieran bien, deberían aconsejarle que empleara bien toda la pasta que ha sacado hablando de su vida, del eterno ‘jesulineo’ y tendiendo la ropa sucia, sin lavar, para que todo el mundo la oliese.
Ahora debería ser el momento de recuperarse de verdad, para siempre; de recobrar el juicio y la salud; de rodearse de sus seres queridos; de cultivarse un poquito y de vivir de otro modo.
Imagen: Europa Press