El rey está nuevamente enfermo. Médicos españoles y norteamericanos se han reunido para evaluar la salud del monarca y diseñar la estrategia para devolver al país un jefe del Estado menos pachucho.
Sin embargo, la enfermedad del rey, al margen de las cuestiones físicas, parece más una cosa de cuestiones políticas, actuaciones desacertadas, infidelidades que han traspasado la frontera del simple rumor, corrupciones familiares, elefantes defenestrados, despilfarros a lo bestia… todo ello ha enfermado gravemente a la monarquía y, por ende, a su cabeza visible: Juan Carlos.
En una época tan aciaga como la que atraviesa el país, los españoles no están nada contentos con la familia real y la popularidad del Borbón ha bajado hasta límites históricos. Cada vez más son los que se cuestionan la pervivencia de una institución monárquica completamente caduca y medieval, que no es propia del siglo XXI y mucho más cuando la Casa del Rey se ve envuelta en escandalosos tejemanejes.
Ahora parece que todos se afanan por intentar ofrecer imágenes más ‘favorecedoras’ ante la prensa, como el besito de Sofía de Grecia a su marido, el amigo íntimo de Corinna, si hemos de hacer caso a las declaraciones de la princesa teutona.
El beso ha sido en las escalinatas de La Zarzuela y tan fugaz como la presencia de Letizia en Mallorca. Son las cosas de Palacio e imágenes que pretenden aparentar normalidad ante el aluvión de periodistas.
Más nos valdría que la normalidad llegara de la mano de la transparencia y de un comportamiento ejemplar en cuestiones tan importantes como las que salpican al Caso Urdangarín, a los gastos de Aizon, de la que es socia Cristina y con cuyo dinero podrían haberse pagado vajillas, obras de arte y hasta la comunión de los infantitos.
Imagen: Cuatro.com