Los datos ponen los pelos de punta, sobre todo cuando hemos puesto nuestra vista en algo que parecía condenado al silencio y que nos recuerda que la igualdad de género sigue siendo algo muy lejano.
Noticias como las últimas violaciones en India o Egipto, en este último caso durante las protestas en la Plaza Tahrik y en ocasiones perpetradas a mujeres occidentales, incluso periodistas; nos han hecho mirar con atención y rechazo un comportamiento brutal que, no obstante, vienen padeciendo miles de mujeres en todo el mundo.
En Marruecos por ejemplo, el violador de una menor queda exento de castigo si decide casarse con ella, lo que condena a la violada a vivir eternamente con su agresor sexual.
La cuestión se torna más peliaguda cuando nos trasladamos al civilizado occidente y nos damos cuenta, como en la pasada edición, que las cámaras de los móviles e internet dejan al descubierto multitud de agresiones y abusos a mujeres durante las fiestas de los Sanfermines.
No sé cómo todo esto nos produce tanto estupor. Basta con recordar los datos que cada año subrayan la violencia de género y el número de mujeres que mueren a manos de sus parejas masculinas en un país tan ‘civilizado’ como España.
Imagen: alertadigital