Con la llegada del buen tiempo es más que probable que las noches se nos hagan más duras a la hora de conciliar el sueño. Lo más habitual es decantarnos por dormir desnudas para intentar aliviar los efectos de las altas temperaturas pero, ¿estaremos haciendo bien?
Parece ser que la respuesta es afirmativa. De hecho, algunos expertos como es el caso de la doctora Lisa Shives, miembro de la junta de directores de National Foundation, lleva bastante tiempo defendiendo la idea.
Siempre que podamos dormir desnudas, estos son los beneficios que estaremos aportando a nuestro cuerpo:
- Combate el envejecimiento. Al dormir sin ropa evitamos que el cuerpo acumule altas temperaturas, lo que favorece la liberación de melatonina, la hormona que actúa, entre otros, evitando el envejecimiento celular. Un estudio publicado en Sleep demuestra que el sueño estimula la producción de esta hormona y, además, se regula la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
- Ayuda a los huesos y músculos. Evitar el exceso de temperatura activa también la hormona del crecimiento (HGH), esencial para casi todas nuestras células y la reparación ósea y de los músculos.
- Ayuda a controlar el hambre y evitar el sobrepeso. Volviendo a la regulación de la temperatura, no tener exceso de calor al dormir desnuda activa las hormonas del metabolismo (con lo que evitamos engordar) y las que controlan el apetito.
- Dormir desnudas nos permite descansar mejor y más profundamente. Existen estudios que relacionan el insomnio con la capacidad que tenemos para regular la temperatura corporal. Si dormimos bien tendremos mejor calidad de vida.
- Regula los niveles de cortisol. Esta hormona se regula mucho mejor a temperaturas poco elevadas. Dormir sin ropa favorece su equilibrio con lo que mejoraremos la presión sanguínea, la tendencia a subir de peso y el envejecimiento prematuro.
- Se elevan los niveles de oxitocina. Conocida como la hormona del amor, la oxitocina se relaciona con los patrones sexuales y la conducta maternal/paternal y contrarresta el estrés y la depresión.
Visto lo visto, ¡tiremos los pijamas!
Foto | bachmont