La caries es un problema tan frecuente en la mayoría de personas que pocas la ven como lo que es: una enfermedad que afecta nuestra salud, y no un simple agujero negro que duele. Según datos del Consejo de Dentistas, la caries afecta entre el 92% y el 94% de adultos a partir de los 35 años de edad. Además, se considera la segunda enfermedad más prevalente en el mundo, ya que depende de una serie de factores para su desarrollo, como la persona en sí, el azúcar, las bacterias y el tiempo.
¿Qué es entonces la caries? Es una reacción química, las bacterias producen ácido al metabolizar el azúcar de nuestra dieta que ha quedado depositado en los dientes. Esta reacción produce el desgaste del esmalte, la corrosión ácida, que podemos comparar a la lluvia ácida que sufren nuestros ríos y bosques.
Según los últimos estudios, hay factores individuales de cada persona que actúan como protectores contra la caries, por ejemplo la saliva y el esmalte dental. La saliva puede tener un efecto tamponador frente al ácido, es decir, puede reducir la acidez y proteger los dientes frente a la caries. En el caso del esmalte, este puede ser más o menos resistente a este ácido por herencia genética.
¿Qué podemos hacer? Afortunadamente, los avances en odontología nos permiten no solo poner remedio de forma eficaz a la caries, sino conocer nuestros factores de riesgo a través de sencillos test de análisis de la saliva, que nos indican si somos propensos o no a la aparición de caries.
Según el doctor Iñaki Cercadillo, director de la Clínica Odontológica Ahoa, «nosotros proponemos a nuestros pacientes realizar un análisis del riesgo a sufrir caries, como medida de prevención y de acción. Saber cuáles de los factores implicados, en este caso saliva y bacterias, son favorables a la aparición de caries es importante para la toma de decisiones, y más aún para la toma de conciencia de nuestros pacientes en factores como la dieta y la ingesta de azúcar».
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