Un calor excesivo obliga a nuestro cuerpo a un esfuerzo extra para ‘refrigerar’ y mantener una temperatura corporal normal. Por eso es importante percatarnos lo antes posible de las pequeñas señales si el cuerpo está sometido a un golpe de calor. Esos signos de alarma iniciales son dolor muscular, calambres, irritabilidad, menor agilidad mental, mareos y vértigos, disminución de la tensión arterial…
Se calcula que cerca de un 3% de la población sufre una secreción excesiva de sudor (hiperdrosis) y a muchos les condiciona la vida. El tratamiento más novedoso y efectivo contra el sudor es la infiltración de bótox en las axilas. Dura unos minutos y no requiere más que de una anestesia a nivel tópico. A pesar de que no se logra la total erradicación del sudor (su eficacia está en torno al 95%), es una de las técnicas más agradecidas, porque el paciente soluciona un problema que le angustia y le condiciona su vida.
Beber es la manera más evidente de proporcionar líquido al cuerpo, pero no es la única. La dieta es una vía igualmente válida. Se calcula que entre el 70 y el 80% del total de agua que necesitamos proviene de las bebidas, el 20 o 30% restante se obtiene de la dieta. Es básico aumentar la ingesta de vegetales, porque son los nutrientes que contienen una mayor cantidad de agua en su composición.
A la cabeza de los alimentos más hidratantes se encuentra el pepino y la acelga (con un 97% de agua), el tomate (94% de agua) y la lechuga o las espinacas hervidas –para que no resulten indigestas-, los espárragos y los champiñones. En las frutas, el 80% de su composición es agua. La primera es la sandía (93% de agua), seguida del melón (92%) y los cítricos (87%).
Imagen: 1opinionatedwoman
Fuente: woman