Cuando somos jóvenes tenemos un 10% más de grasa corporal que los hombres. Entre los 20 y los 24 años, solemos tener un 26% de grasa en el cuerpo, mientras que los hombres tienen sólo tienen entre el 12-16%. Con la edad la distancia se acorta, pero la mujer siempre nos mantenemos por encima en este porcentaje. A los 55, nosotras acumulamos un 29% y ellos un 23%.
Es importante conocer estos datos porque ese volumen de grasa condiciona nuestra alimentación a la hora de evitar el sobrepeso. Si eres deportista has de comer de todo, pero es mejor limitar en gran medida las grasas industriales como las presentes en la bollería. Es cierto que sacian en el momento, pero al cuerpo no le aportan ni los nutrientes ni la energía que necesita.
Toda mujer deportista tiene necesidades dietéticas diferentes en función de su genética y metabolismo. Por ejemplo, necesita menos calorías, pero también más calcio. Debe disminuir los azúcares de asimilación rápida, pues le cuesta menos acumularlos, y aumentar el consumo proteico, sobre todo a través de verduras, guardando siempre un equilibrio.
En periodos de entrenamiento intenso debemos estar atentas al aporte vitamínico que ingerimos a través de la alimentación; especialmente, en vitaminas antioxidantes (A, C y E), presentes en frutas y verduras, cereales, pollo e hígado, porque ayudan a la protección de los músculos evitando la formación de radicales libres durante el ejercicio.
El calcio es esencial en la dieta. Las mujeres que hacen deporte tienen los huesos más fuertes. Como ya os hemos contado, la masa ósea crece desde el momento en que nacemos hasta la veintena, se estabiliza hasta la treintena y de los 30 a los 50 años empieza a debilitarse.
Una dieta muy rica en proteínas, como es habitual en muchas deportistas, aumenta la pérdida de calcio por la orina. Si es tu caso, aumenta tu dosis diaria de fruta, verduras y calcio (20 miligramos por gramo de proteína) pero siempre bajo supervisión médica.
Imagen: freestockphotography
Fuente: nestle