Comer con moderación y seguir una dieta equilibrada en la que abunden los líquidos, en especial zumos de cítricos y frutas rojas, es esencial. Pero no es la única variable que influye en el envejecimiento: los hábitos de vida son decisivos. Un consumo elevado de alcohol, abusar de la exposición al sol, la contaminación, el estrés… son factores contraproducentes. Por el contrario, conviene practicar ejercicio moderado, técnicas de relajación, seguir horarios regulares…
Los antioxidantes son sustancias que ayudan a retrasar el envejecimiento celular al paliar los efectos de los radicales libres en nuestro organismo y fortalecer el sistema cardiovascular. Por eso es importante incluirlos en la dieta. Los principales son: la vitamina E, presente en muchos aceites vegetales, cereales integrales, frutos secos…; la C, que encontramos en frutas y hortalizas; y los carotenoides (betacaroteno, licopeno, luteína…), que nos aportan frutas y verduras anaranjadas, rojas y verde oscuro.
También existen otras sustancias con un elevado poder antioxidante que nos son propiamente nutrientes: los polifenoles de las aceitunas, las isoflavonas de la soja, el resveratrol de las uvas…
Alimentos beneficiosos:
Cítricos. La vitamina C, junto con los flavonoides y los aceites esenciales que poseen las naranjas, las mandarinas, los limones, la lima y el pomelo, tienen un alto poder antioxidante.
Almendras. Ricas en vitamina E, protegen a las células de las agresiones externas que les producen elementos como la contaminación, los pesticidas o el humo del tabaco.
Ajo. Contiene alicina, un compuesto azufrado que le da su aroma y sabor, y que posee efectos antibióticos y vasodilatadores.
Las uvas. Aportan compuestos fenólicos (taninos, flavonoides y antocianos) que retrasan el envejecimiento celular. Y las frutas del bosque, ácido elágico, un potente antioxidante.
Té verde. Los polifenoles y catequinas que encontramos en su composición actúan como antioxidantes, cardioprotectores y activadores del metabolismo.
El aceite virgen extra, conocido como el aceite de la longevidad, es todo un tesoro. Y no es de extrañar, porque es rico en polifenoles -enzimas con propiedades antioxidantes- y en ácido oleico, que aumenta los niveles del “colesterol bueno” y que evita la oxidación de las lipoproteínas, relacionadas con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Por si fuera poco, también es fuente de vitamina E, un potente antioxidante que además de proteger a las células de las agresiones externas mejora la circulación sanguínea.
Imagen: gastronomia&cia