¡Pasmadas! No podemos sentirnos de otra manera y por lo menos a mí esta mujer me deja con la boca abierta. No es que condene su deseo, muy al contrario, pero no puedo dejar de pensar que todo cuanto hace resulta… ¿distinto? Y mira que a pesar de todo lo moderna que es, la señora también es bastante conservadora y… tacaña, según cuentan las lenguas del reino.
Pero a lo que íbamos, Cayetana de Alba, a los 85 años, se encuentra efervescente como una adolescente pinturera (o eso dicen los pelotas a quienes les encanta codearse con la rancia nobleza y que si se tratara de otra señora, desgraciadamente la habrían condenado a la hoguera hace mucho). Pasa sus días con los preparativos de su boda con el apolíneo y atractivísimo (que eso también dicen los pelotas a quienes les encanta codearse con la rancia nobleza y que si se tratara de otro señor ya habrían puesto a caer de un burro como “asalta-viejas” y “aprovechado”) Alfonso Díez.
Lo cierto es que la postura de Díez tampoco la critico. Enamorado o no, es cierto que el “joven” está dándole una magnífica compañía a la duquesa en su última etapa y eso es cosa de cada quien.
Me desvío y me centro. La noticia era que, según ha saltado en los programas mañaneros del corazón, la feliz parejita no descarta adoptar un “duquesito” después del linajudo enlace. Y es que el príncipe de este cuento, el Sr. Díez, quiere ser papá de un primogénito que, para Cayetana, sería su retoño número siete.
Al parecer y si por si esta noticia supiese a poco, esta podría ser la causa por la que la titular de la Casa de Alba habría realizado ya el reparto de la herencia, ante las supuestas desavenencias y el malestar de sus hijos por la llegada de otro heredero a la estirpe.
Nosotros desde aquí le deseamos a la feliz pareja lo típico, mucha suerte y salud para criarlo y verlo grande y vestido de torero y con nietos… Seguro que todo eso haría muy feliz a Cayetana. ¡Ancha es Castilla!